En el Dharma me refugio

lunes

Los Cuatros Encuentros


Los cuatro encuentros
El joven Siddhattha creció rodeado de lujos y abundancia de bienes materiales, separado prácticamente por completo del mundo exterior. Esta situación se debió al temor paterno sobre una eventual renuncia de su hijo a los privilegios mundanos, profetizada por los brahmanes. El rey Suddhodana, deseoso de criar un sucesor suyo, casó a su hijo con una bella princesa de nombre Yasodara. Les regaló además tres palacios en los cuales la joven pareja pasaba las diferentes temporadas. El propósito principal del rey padre fue el de rodear a Siddhattha de toda clase de confort para, de esta manera, evitar que el joven príncipe tuviera alguna experiencia del sufrimiento y de penas que existían en el mundo exterior. Fue así como Gotama pasó los primeros veintinueve años de su vida en toda clase de lujos y placeres, pero gradualmente, la verdad sobre el nacimiento, el envejecimiento y la muerte le iba a ser revelada, junto con el triste principio, según el cual los placeres de este mundo tan sólo serían preludios de las futuras penas. Todo ocurrió mediante los cuatro inolvidables encuentros que marcarían para siempre su destino.
En la primera ocasión, mientras paseaba en su carro por los jardines reales, Gotama divisó una escena que antes jamás se había imaginado. He aquí, un hombre muy avanzado en edad, debilitado en este su último estado de vejez, con un lastimero llanto y con una voz moribunda, apenas perceptible, se dirigía a él con estas palabras: "¡Ayúdame maestro! ¡Levántame, por favor, porque en caso contrario moriré aquí abandonado y sólo, antes de que pueda llegar a mi casa!". Gotama, asombrado de lo que estaba viendo, empezó a indagar a su primo, el cual hacía a la vez del conductor del carruaje: "Dime Channa ¿Es esta persona un ser humano de veras? ¿Por qué su cuerpo está tan curvado? ¿Por qué tiembla tanto? ¿Por qué su cabello es canoso y gris, y no negro como el mío? ¿Qué pasa con sus ojos: por qué tiene nublada la vista? ¿Dónde están sus dientes? ¿Es así como nacen algunos? Respóndeme, buen Channa, ¿qué significa todo esto?"
Entonces, Channa contó al príncipe que el sujeto que se encontraba en tan miserable estado era un hombre viejo, y que el mismo no nació así, sino que envejeció: "cuando era joven se parecía a todos nosotros; es más: cualquiera que viva en este mundo lo suficiente, llegará a ser como él". Este fue el primer verdadero shock que afectó la mente del príncipe Siddhattha profundamente, pero no fue el último.

En la segunda oportunidad, cuando visitó la ciudad en compañía de su primo, Gotama encontró a un hombre postrado en la calle con todo su cuerpo retorcido, sosteniendo su estómago con ambas manos, llorando y gritando de dolor. El enfermo, lejos de responder al interrogatorio del príncipe, seguía lamentando y gimiendo. "¿Qué le pasa a este hombre? -preguntó Siddhattha a Channa- ¿Por qué no me responde?". "Oh, mi príncipe -contestó el primo- el hombre al que tienes en frente está enfermo, su sangre está envenenada y padece de fiebre, la cual está quemando todo su cuerpo. Es por eso que está llorando sin poder contestar tus preguntas".
En una tercera ocasión, Siddhattha vio un grupo de familiares, los cuales con clamorosas lamentaciones, llevaban en sus hombros el cadáver de un querido pariente suyo para luego, cremarlo. El cuerpo sin vida pareció al príncipe como algo más extraño aún: “¿Por qué este hombre yace así como una piedra, sin moverse ni pronunciar palabra alguna?”, se preguntaba. Pero su asombro aumentó cuando repentinamente la muchedumbre paró frente a una pila fúnebre, a la cual, una vez prendido el fuego, se echó el cadáver del difunto. "¿Qué es esto Channa? exclamó Siddhattha. ¿Por qué este hombre que no se movía fue echado a las llamas? ¿Será que no tiene conocimiento alguno de lo que está pasando?" "El está muerto", respondió Channa. "¡¿Muerto?! Channa, ¿Qué quiere decir, muerto?" "Sí, mi querido príncipe -contestó Channa- Todos los seres vivos algún día tendrán que morir y nadie puede detener este proceso". De esta manera el Príncipe, según la leyenda, “descubrió” que en este mundo, a parte de la vejez había también enfermedades y muerte.
Mediante estos tres dolorosos encuentros Gotama comprendió también la verdad sobre la universalidad del dolor humano y empezó a tener un fuerte deseo de encontrar alguna explicación sobre este mal: ¿cuál es el origen de este sufrimiento del cual nadie puede escaparse? ¿existe alguna panacea para apaciguarlo? Y si es así, ¿en qué consiste?
Después de unos días angustiosos, producto de las inesperadas experiencias, el príncipe Gotama visitó la ciudad por cuarta vez. En esta oportunidad, al dirigirse al parque, vio a un sujeto alegre, que parecía estar sereno y contento, pero vestido pobremente de solo una toga de color naranja. "¿Quién es este hombre vestido de la toga anaranjada? -preguntó a Channa- ¿Por qué tiene su cabeza rapada y cuál es la razón de esta apariencia de felicidad que tiene reflejada en su rostro? ¿De qué manera se gana el sustento?", seguía preguntando. "El es un monje -respondió Channa- Vive en el templo o, a veces, en el bosque y recorre las casas en busca de alimentos, mendigando. Mientras camina de un lugar a otro se ocupa de enseñar a la gente la manera de cómo sentirse bien y estar contentos consigo mismo". El príncipe, al escuchar estas explicaciones, de repente se sintió reconfortado y risueño, pensando en sus adentros: "Sería bueno, entonces, que yo también alguna vez me convirtiera en un personaje parecido a este monje".

miércoles

Anuruddha y los Ocho Pensamientos

El primero fue: “El Dhamma es para alguien que desea poco y no para uno que desee mucho”
El segundo pensamiento fue: “El Dhamma es para aquel que está contento”. “El Dhamma no es para aquel que no está contento”
El tercer pensamiento  fue: “Este Dhamma es para aquel que vive apartado”
El cuarto pensamiento  fue: “Este Dhamma es realizado por alguien enérgico. Este Dhamma no es realizado por alguien perezoso”
El quinto pensamiento fue: “Este Dhamma es para aquellos que establecen la atención”
El sexto pensamiento  fue: “Este Dhamma es para aquel cuya mente está concentrada”
El septimo pensamiento fue: “Este Dhamma es realizado por aquel que es sabio”
Buddha añadió el octavo pensamiento: “Este Dhamma es realizado por aquel que se deleita en aquello que es libre de estados en expansión”.


El desarrollo y significado de los pensamientos puede verlos en la web: http://www.dhammavihara.org/cmbt/fdd/anuruddha.htm

lunes

Un cuento Zen - La Mosca

La Rueda de la Vida

Triple Veneno



Para el Budismo, nuestra vida en este planeta es simplemente para mejorar nuestra condición personal y desligarnos del ciclo continuo de los renacimientos que nos impone el karma. La Rueda de la Vida está compuesta de 4 círculos concéntricos y muestra las causas reales del sufrimiento, no de una forma pesimista, sino ofreciendo la posibilidad de redención a nuestra efímera existencia.
El círculo central, en su nivel más bajo, representa a 3 animales enlazados en un ciclo sin fin, un cerdo, una serpiente y un gallo, cada uno surgiendo del otro a modo de danza macabra. Estos 3 animales son los símbolos de los llamadas los "3 venenos" porque son la fuente de nuestros males que nos corroen por dentro. El gallo, del que nace la serpiente, representa la codicia, la avaricia, la vanidad o la lujuria junto con la sensación posterior de culpa, miedo o pánico cuando surge una contrariedad o se produce una pérdida.

La serpiente representa la natural tendencia a la agresión, nuestro instinto íntimo de egoísmo. Cuando no conseguimos lo que deseamos o vemos amenazado algún bien que nos pertenece, por naturaleza reaccionamos agresivamente. Estas situaciones en principio desfavorables nos brindan una excelente oportunidad para ejercitarnos en el autocontrol y en la práctica de la compasión.




De la boca de la serpiente surge el cerdo, la ignorancia, con unas orejas tan grandes que le ciegan los ojos, y así apenas puede conocer que ocurre a su alrededor. De la misma manera, nuestra perspectiva de la vida puede estar tan estrechamente influida por los factores culturales y sociales de nuestro entorno que perdemos de vista nuestra condición esencial de ser, impidiéndonos cualquier acercamiento a la toma de conciencia.
Resumiendo, nuestros esfuerzos por satisfacer frustrados deseos, están simbolizados por el gallo, y lo hacen por medio de la agresión (serpiente), haciéndonos insensibles e ignorantes (cerdo). Esta ignorancia nos empuja hacia el egoísmo y así renace de nuevo el gallo, condenándonos al ciclo imparable de la rueda del Sámsara.





Nuestras vidas se hallan dominadas esencialmente por dos fuerzas contradictorias: el impulso interior que nos mueve a adquirir nuevos niveles de conciencia y el peso mortal de nuestra ignorancia que nos empuja hacia horizontes mucho más limitados.
Nuestra tarea, para trabajar en la senda del espíritu, tiene que consistir en permitir a estas fuerzas naturales interiores llevarnos hacia delante y desatarnos de la ignorancia. Este impulso interior, no es otro que el que nos mueve hacia el estado de Buda, de Budeidad, que está latente dentro de cada uno de nosotros, oculto por la ignorancia.

sábado

Buscando a Budha

Buda peregrinaba por el mundo para encontrarse con aquellos que se decían sus discípulos y hablarles acerca de la Verdad.
A su paso, la gente que creía en sus decires venía por cientos para escuchar su palabra, tocarlo o verlo, seguramente por única vez en sus vidas.
Cuatro monjes que se enteraron de que Buda estaría en la ciudad de Vaali, cargaron sus cosas en sus mulas y emprendieron el viaje que llevaría, si todo iba bien, varias semanas.
Uno de ellos conocía menos la ruta a Vaali y seguía a los otros en el camino.
Después de tres días de marcha, una gran tormenta los sorprendió. Los monjes apuraron el paso y llegaron al pueblo, donde buscaron refugio hasta que pasara la tormenta.
Pero el último no llegó al poblado y debió pedir refugio en casa de un pastor, en las afueras. El pastor le dio abrigo, techo y comida para pasar la noche.
A la mañana siguiente, cuando el monje estaba pronto para partir fue a despedirse del pastor. Al acercarse al corral,.vio que la tormenta había espantado las ovejas del pastor y que éste trataba de reunirlas.
El monje pensó que sus cofrades estarían dejando el pueblo y si no salía pronto, los demás se alejarían. Pero él no podía seguir su camino, dejando a su suerte al pastor que lo había cobijado. Por ello decidió quedarse con él hasta juntar el ganado.
Así pasaron tres días, tras los cuales se puso en camino a paso redoblado, para tratar de alcanzar a sus compañeros.
Siguiendo las huellas de los demás, paró en una granja a reponer su provisión de agua.
Una mujer le indicó dónde estaba el pozo y se disculpó por no ayudarlo, pero debía seguir con la cosecha... mientras el monje abrevaba sus mulas y cargaba sus odres con agua, la mujer le contó que tras la muerte de su marido, era difícil para ella y sus pequeños hijos llegar a recoger la cosecha antes de que se pudriera.
El hombre se dio cuenta de que la mujer nunca llegaría a recoger la cosecha a tiempo, pero también supo que si se quedaba, perdería el rastro y no podría estar en Vaali cuando Buda arribara a la ciudad.
Lo veré algunos días después, pensó, sabiendo que Buda se quedaría unas semanas en Vaali.
La cosecha llevó tres semanas y apenas terminó la tarea, el monje retomó su marcha...
En el camino, se enteró de que Buda ya no estaba en Vaali. Buda había partido hacia otro pueblo más al norte.
El monje cambió su rumbo y se dirigió hacia el nuevo poblado.
Podría haber llegado aunque más no fuera para verlo, pero en el camino tuvo que salvar a una pareja de ancianos que eran arrastrados corriente abajo y no hubieran podido escapar de una muerte segura. Sólo cuando los ancianos estuvieron recuperados, se animó a continuar su marcha sabiendo que Buda seguía su camino...
...Veinte años pasaron con el monje siguiendo el camino de Buda... y cada vez que se acercaba, algo sucedía que retrasaba su andar. Siempre alguien que necesitaba de él evitaba, sin saberlo, que el monje llegara a tiempo..Finalmente se enteró de que Buda había decidido ir a morir a su ciudad natal.
Esta vez, dijo para sí, es la última oportunidad. Si no quiero morirme sin haber visto a Buda, no puedo distraer mi camino. Nada es más importante ahora que ver a Buda antes de que muera. Ya habrá tiempo para ayudar a los demás, después.
Y con su última mula y sus pocas provisiones, retomó el camino.
La noche antes de llegar al pueblo, casi tropezó con un ciervo herido en medio del camino. Lo auxilió, le dio de beber y cubrió sus heridas con barro fresco. El ciervo boqueaba tratando de tragar el aire, que cada vez le faltaba más.
Alguien debería quedarse con él, pensó, para que yo pueda seguir mi camino.
Pero no había nadie a la vista.
Con mucha ternura acomodó al animal contra unas rocas para seguir su marcha, le dejó agua y comida al alcance del hocico y se levantó para irse.
Sólo llegó a hacer dos pasos, inmediatamente se dio cuenta que no podría presentarse ante Buda, sabiendo en lo profundo de su corazón que había dejado solo a un indefenso moribundo...
Así que descargó la mula y se quedó a cuidar al animalito. Durante toda la noche veló su sueño como si cuidara a un hijo. Le dio de beber en la boca y cambió paños sobre su frente.
Hacia el amanecer, el ciervo se había recuperado.
El monje se levantó, se sentó en un lugar apartado y lloró... Finalmente, había perdido también su última oportunidad.
—Ya nunca podré encontrarte –dijo en voz alta.
—No sigas buscándome –le dijo una voz que venía desde sus espaldas— porque ya me has encontrado.
El monje giró y vio cómo el ciervo se llenaba de luz y tomaba la redondeada forma de Buda.
—Me hubieras perdido si me dejabas morir esta noche para ir a mi encuentro en el pueblo... y respecto a mi muerte, no te inquietes, el Buda no puede morir mientras haya algunos como tú, que son capaces de seguir mi camino por años,.sacrificando sus deseos por las necesidades de otros. Eso es el Buda, y Buda está en ti.

domingo

Pura presencia


Los arboles,las flores poseen una mente vacía. 
Son pura presencia, se encuentran relajadas,ociosas, sin tensiones,sin deseos de ir a ninguna parte, simplemente estando aquí… 
Totalmente aquí. 
Estos arboles crecen de esa presencia pura,nosotros estamos aquí,todos hemos salidosurgido de esta presencia pura. 

Todos los Budas han salido de esta presencia pura.
En esa presencia pura estas con Dios. 
En este estado (de meditación) vuelves al paraíso que perdiste,es como volver a casa despreocupado y cuando la mente no esta ocupada por la realidad,por las cosas,por los pensamientos,incluso por lo que estas leyendo en este momento. 
Entonces…queda lo que es y lo que es ,es la verdad. 
Solo en el vacío hay un encuentro. 
Solo en el vacío abres la verdad y la verdad entra en ti. 
Solo en el vacío te llenas de la verdad. 
Verdad es cuando ves un bailarín y no hay bailarín, sino solo baile. 
Cuando ves un río y no hay río,sino solo riada. 
Cuando ves un árbol, y no hay árbol,sino solo arboleda. 
Cuando ves una sonrisa y no hay nadie que se este riendo,solo hay sonrisas,sonriendo. 
La vida es un proceso y no hay nada estático. 
Todo es flujo y fluyendo. 
Fluye con esto, fluye con este río… y nunca seas hacedor incluso cuando estés haciendo, no seas el que hace… 
Hay un haciendo pero no un hacedor… 
Una vez que esta comprension se aposenta en ti, no hay nada más,la iluminación no es algo como una meta que haya que alcanzar… 
Es la misma vida ordinaria,esta simple vida que te rodea … 
Y cuando no luches,no opines,cuando no te pongas en desacuerdo o en acuerdo,esta vida ordinaria se vuelve extraordinariamente bella. 
Entonces los arboles son más verdes, entonces los pajaros cantaran tonos mas ricos, entonces todo lo que esta sucediendo alrededor es precioso. 
Acepta esta vida simple y ordinaria, y hazla  maravillosa.

No olvidar

Dijo Budha:
Todo pasa:
 “Así debes considerar este mundo pasajero: 
  Como una burbuja en un arroyo,
  un relámpago en una nube de verano,
  una lámpara que parpadea, un fantasma, un sueño.”